De la física al software

El fin del artefacto pasivo: emergencia de agentes artificiales situados La transformación que estamos presenciando va mucho más allá de una simple evolución técnica. Durante milenios, los objetos creados por el ser humano han sido fundamentalmente pasivos: herramientas que esperaban ser empuñadas, máquinas que requerían ser operadas, artefactos que permanecían inertes hasta que una voluntad humana decidía activarlos. Incluso las máquinas más complejas de la era industrial, desde el telar mecánico hasta la cadena de montaje, funcionaban según una lógica de causa-efecto programada de antemano, sin capacidad de adaptación ni de toma de decisiones autónomas. Lo que emerge ahora es cualitativamente distinto: estamos ante la aparición de agentes artificiales situados, entidades que habitan el espacio físico pero cuya naturaleza esencial es computacional. Un vehículo con sistema FSD no es simplemente un coche que se conduce "solo" en el sentido mecánico; es un sistema que percibe su entorno, interpreta situaciones ambiguas, toma decisiones en tiempo real y adapta su comportamiento según la experiencia acumulada. La palabra "situado" aquí es crucial: estos agentes no operan en el vacío abstracto del procesamiento de datos, sino que están profundamente imbricados en el mundo físico, respondiendo a su materialidad, a sus contingencias impredecibles.