Hay Hombres Que Es Mejor No Conocer

A. nunca quiso desaparecer a nadie. Solo quería recuperar algo que el mundo entero le había negado desde niña: el derecho a decidir sobre su propia vida. Pero cuando Paul cruza todos los límites—emocionales, legales, institucionales—ella comprende que las mujeres no siempre sobreviven por elección, sino por necesidad. Lo que sigue no es una novela de sangre, sino de poder: un asesinato que se esconde tras contratos, favores, rumores y un sistema que protege más al agresor que a la víctima. Cuando el cuerpo de Paul aparece en una autopista, incompleto y convertido en evidencia accidental, A. es arrastrada a un proceso judicial donde las instituciones hablan más que las personas. Clínicas que nunca enviaron informes, fiscales que prefieren ignorar contextos incómodos, psicólogos silenciados, directorios penitenciarios que admiten fallas sin asumirlas. Todo lo que debía haberla protegido ahora pesa sobre ella. Pero A. no está dispuesta a dejar que el sistema escriba su versión. Desde la prisión, empieza a llenar cuadernos con una precisión quirúrgica. No para justificar lo hecho, sino para registrar lo que siempre queda fuera de los expedientes: la verdad emocional, psicológica y estructural que convierte a una mujer en la sospechosa ideal. "Este asesinato no empezó con violencia. Empezó con un contrato." En este thriller psicológico e institucional, la culpa no pertenece solo a quien aprieta las manos: pertenece también al silencio de quienes debían intervenir y no lo hicieron. Una historia sobre control, resistencia y la peligrosa arquitectura que sostiene a un "buen hombre".