Cuando los directivos o los emprendedores tienen que gestionar un equipo, la presión por los resultados y los plazos lo condiciona todo. Y, como estás presionado, presionas a su vez a tu equipo de varias maneras. Ordenas que se sigan tus instrucciones estrictamente. Exiges que se cumplan los plazos sin retrasos. Das lecciones sobre cómo se hacen las cosas. Criticas y juzgas si alguien comete un error. Es lo que has aprendido. Es a lo que estás acostumbrado. Pero sabes que todo esto supone un esfuerzo agotador, tanto para ti como para las personas que trabajan contigo. Tú estás en tensión constante, siempre estresado. Tu equipo se ve obligado a trabajar horas extra. Hacen un esfuerzo que los agota. Entonces cometen errores. Esos errores hay que subsanarlos, por lo que te pones otra vez en tensión. Aparece la apatía y la desmotivación. El rendimiento es cada vez menor. El ambiente no es bueno. ¿Por qué ocurre todo esto? Muy sencillo: porque la presión no es el camino. La presión es una forma de ejercer violencia con palabras. No te consideras una persona violenta, de acuerdo. Pero sin darte cuenta, estás ejerciendo una violencia verbal y psicológica que no lleva a ninguna parte. Así es imposible conseguir un compromiso verdadero de tu equipo. Es imposible conseguir que las personas que trabajan contigo sean de verdad un equipo. Solo serán un grupo. En un grupo hay un jefe que ordena y presiona, y unos subordinados que obedecen. Un equipo es otra cosa: todos están comprometidos porque participan en las decisiones. El liderazgo verdadero consiste en eso: en crear un clima de complicidad y colaboración. La presión se vuelve innecesaria y los resultados mejoran sustancialmente. Llegan de forma natural. ¿Cómo se consigue que un grupo se convierta en un equipo? De eso trata «Agile Coaching para Scrum Masters». Es la guía que te va a ayudar a liberarte de las órdenes y la presión. Es la guía que te va a dar a conocer unas habilidades directivas que no conocías: las que harán que te comuniques de una forma completamente distinta. Son las habilidades que hacen funcionar los equipos: La habilidad de escuchar de forma empática y sin pretender tener la razón. Conseguirás comprender qué le pasa a tu equipo manteniendo la objetividad. La habilidad de hacer preguntas poderosas. Conseguirás que el equipo participe en las decisiones y las haga suyas. La habilidad de llegar a soluciones a los problemas, sin juzgar a nadie. Encontrarás soluciones específicas, medibles, alcanzables, relevantes y acotadas en el tiempo. Sé muy bien de lo que hablo, pues tengo una amplia experiencia profesional en la formación y dirección de equipos, aplicando estas habilidades. No las he inventado yo. Proceden de dos ámbitos: uno de ellos es el Agile, una forma de trabajar que ha revolucionado el trabajo en equipo, la gestión de recursos humanos y la dirección comercial. Por eso lo aplican empresas punteras como Google, Amazon, Facebook, Banco ING Direct, BBVA, Lockheed Martin, Microsoft, etc. El otro es el coaching de equipos. Un coach es una persona de confianza que inspira y motiva a otra, que la acompaña en sus reflexiones para que alcance todo su potencial. Cuando aprendas a actuar así verás que tu grupo se convierte en un equipo. Por mi parte, tengo diversos títulos y certificados en ambos campos. Me gustaría referirme a uno, en el que se unen el Agile y el coaching de equipos: en 2020 obtuve el máster “Coaching & Mentoring Fundamentals for Agile” por la Escuela Europea de Coaching de España. También he escrito varios libros sobre temas diversos, entre ellos «Scrum Para No Informáticos», una introducción a la gestión de equipos a través del Agile. Ha llegado el momento de que cambies de piel. Si quieres formar y gestionar equipos basados en la confianza, la complicidad y la colaboración, estás a un paso de conseguirlo.
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