A fin de conocer sus raíces, un joven cronista decide recorrer en coche la península de Yucatán. El periplo no es fácil: lo asaltan mosquitos, recuerdos, pirámides demasiado arduas, platillos indigeribles y vendedores de souvenirs; entre sus incentivos se encuentran la historia del ajedrecista que desafió a Capablanca, los trovadores que renuevan el eterno arte de morir de amor, los paisajes de embrujo, las infinitas maravillas de la cultura yucateca. Ante cada contratiempo, el cronista se sirve de la ironía para criticar su propio punto de vista. Por definición, un viajero mira desde el desconocimiento. Villoro lo sabe y busca comprender los variadísimos misterios que frecuenta en este libro: del béisbol peninsular a la fabricación de dientes de exportación. Con idéntica empatía, se adentra en la arqueología y visita la casa donde vivió su familia. Palmeras de la brisa rápida es un relato fulgurante, que se beneficia de los recursos de la crónica y la novela: no sólo estamos ante una prosa con inmensa capacidad de asombro, sino que a cada paso el viajero debe afrontar diversas pruebas vitales que comprometen la solidez de sus intenciones. Con el humor infalible que caracteriza sus crónicas, Villoro recorre los puntos más sintomáticos del sureste mexicano: se diría que nos muestra una excursión por la península, pero en realidad comparte los resultados de un inmenso viaje interior. Palmeras de la brisa rápida es un relato fulgurante, que se beneficia de los recursos de la crónica y la novela: no sólo estamos ante una prosa con inmensa capacidad de asombro, sino que a cada paso el viajero debe afrontar diversas pruebas vitales que comprometen la solidez de sus intenciones. Con el humor infalible que caracteriza sus crónicas, Villoro recorre los puntos más sintomáticos del sureste mexicano: se diría que nos muestra una excursión por la península, pero en realidad comparte los resultados de un inmenso viaje interior. Palmeras de la brisa rápida es un relato fulgurante, que se beneficia de los recursos de la crónica y la novela: no sólo estamos ante una prosa con inmensa capacidad de asombro, sino que a cada paso el viajero debe afrontar diversas pruebas vitales que comprometen la solidez de sus intenciones. Con el humor infalible que caracteriza sus crónicas, Villoro recorre los puntos más sintomáticos del sureste mexicano: se diría que nos muestra una excursión por la península, pero en realidad comparte los resultados de un inmenso viaje interior. Palmeras de la brisa rápida es un relato fulgurante, que se beneficia de los recursos de la crónica y la novela: no sólo estamos ante una prosa con inmensa capacidad de asombro, sino que a cada paso el viajero debe afrontar diversas pruebas vitales que comprometen la solidez de sus intenciones. Con el humor infalible que caracteriza sus crónicas, Villoro recorre los puntos más sintomáticos del sureste mexicano: se diría que nos muestra una excursión por la península, pero en realidad comparte los resultados de un inmenso viaje interior. Palmeras de la brisa rápida es un relato fulgurante, que se beneficia de los recursos de la crónica y la novela: no sólo estamos ante una prosa con inmensa capacidad de asombro, sino que a cada paso el viajero debe afrontar diversas pruebas vitales que comprometen la solidez de sus intenciones. Con el humor infalible que caracteriza sus crónicas, Villoro recorre los puntos más sintomáticos del sureste mexicano: se diría que nos muestra una excursión por la península, pero en realidad comparte los resultados de un inmenso viaje interior.
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