Sueños oscuros y cuentos extraños

Baker no fue completamente honesto con respecto al viaje. Si bien había una Lucy Peak, y era un hecho que era dueña de una taberna. También, lo era que solicito que Baer fuese, pero sabia que la taberna no estaba embrujada. Y él se encontraba segur de que Lucy lo sabía. Ella se encontraba enamorada de él, y su solicitud era realmente un intento de un romance lejano. Él no aceptaría la invitación, ni usaría a Lucy como una excusa para volver a Providencia, pero su estado de ánimo había cambiado desde su encuentro con H.P. Lovecraft. Baker se sentía obligado a regresar e investigar más sobre la historia de Lovecraft. No sabía donde empezar, pero deseaba poder hablar con la tía de Lovecraft, y obtener acceso a las pertenencias del escritor. Con suerte la mujer tuvo tiempo suficiente para llorar. Baker había devorado todas las historias de Lovecraft que pudo encontrar, pero de seguro encontraría más entre las pertenencias del fallecido, y él necesitaba leerlos todos. Aunque el trabajo de Lovecraft estaba sobrecargado, el temor de Baker aumentaba con cada frase que invitaba su mente. No tenia la menor duda de que la energía oscura se encontraba trabajando. Y necesitaba llegar a la fuente de ese mal, y encontrar una forma de prevenir que se produjese la visión de Lovecraft en la que un cataclismo capaz de acabar con la Tierra ocurra. Y la prosa del hombre era el mejor lugar buscar. “Necesito usar el baño”, Dijo Baker, poniéndose de pie con dificultad. Sherman dejó su asiento y le dio paso a Baker. Baker camino torpemente por el pasillo del vehículo, sujetándose de los asientos, y marchando como un borracho lo hace a través de arena pesada y húmeda. Mientras se encontraba de pie, se le apeteció un viaje al vagón restaurante. Ya que un brandi lo ayudaría a calmar su estómago. De repente, el tren se sacudió. Como si la maquina entrase en pánico, Baer escucho la estresante sinfonía de las ruedas de metal mientras se arrastraban en los rieles de metal. Baker cayó y rodó hacia el carro. Reunió todo su ingenio y se puso de pie en cuanto el tren se detuvo. Los pasajeros expresaron ruidosamente sus preocupaciones, y miraron a través de las ventanas. Baker ubicó a Sherman, que se encontraba de pie y lo llamó. El tren se oscureció. Las ventanas se tornaron negras lentamente, como si un repentino eclipse solar estuviese tomando lugar. El tren comenzó a mecerse. Rostros grises como cenizas y colmillos aparecieron en las ventanas, a ambos lados del tren. Los pasajeros gritaron y se lanzaron hacia el centro del pasillo. Baker fue atrapado por el pánico. Lucho frenéticamente contra el peso de los pasajeros dominados por el pánico. Ya no lograba ver a Sherman a través de la multitud. Los monstruos de ojos negros que se encontraban en las ventanas comenzaron a romper las ventanas con sus brazos. Gruñeron, silbaron y se hicieron paso hasta los pasajeros. Entonces sonó un rugido cacofónico que estremeció el mundo. Las criaturas se retiraron rápidamente. Todo permaneció en silencio por un momento. Sherman se las arreglo para llegar hasta el lugar en donde se encontraba Baker. “¿Qué son esas cosas?”. Exclamo Sherman, aterrado. “No lo sé”. Confeso Baker.