Es posible que quieras leer este libro porque uno de tus familiares ha entrado en crisis. Puede ser tu madre, tu hermana, tu tío o cualquier otro miembro de la familia, y puede que lleves semanas o meses preguntándote qué te pasa. Su familiar está siempre alejado de todo y de todos, y al mirarlo, inmerso en su profunda melancolía, tiene la sensación de que la vida ha llegado a un callejón sin salida para él. Puedes empezar a pensar que eres la causa de ese estado de ánimo en particular, que de alguna manera tienes la culpa. ¿Qué está pasando? Su familiar está enfermo de depresión. Sí, enfermo. La depresión no es una misteriosa intrusión de dioses o demonios, es una enfermedad, igual que un trastorno cardíaco o pulmonar, o cualquiera de las enfermedades que se te ocurran. Sin embargo, paradójicamente, esto puede ser un motivo de optimismo. Mientras sea un enigma irresoluble, sólo podrá derivar en frustración. Una vez que se convierte en una enfermedad definible con precisión, puede tratarse como tal. La mayoría de las personas deprimidas se recuperan, porque es un trastorno que puede tratarse con muy buenas posibilidades de éxito. Sin embargo, hay una condición: que la ayuda de la familia sea una parte integral del proceso de recuperación. Gran parte del mérito de la recuperación puede atribuirse a la participación de los familiares en el proceso de curación. Y fueron precisamente los numerosos encuentros con muchas familias, las preguntas y las respuestas dadas, las que proporcionaron los materiales para este libro. En el transcurso de este libro, el autor se ha propuesto un objetivo fundamental: exponer hechos que le permitan afrontar y comprender la enfermedad de su familiar, dondequiera que sea tratado, durante y después del tratamiento, e incluso antes de buscar consejo médico. El tratamiento terapéutico puede hacer mucho por la persona deprimida, pero usted mismo tiene un papel que desempeñar que a menudo resulta decisivo. Si este libro consigue derribar el muro de habladurías que rodea a la depresión y aliviar a la familia de la angustia en la que se ve sumida cuando uno de sus miembros sufre esta enfermedad, si puede ayudar a que la persona deprimida vuelva a tener una vida normal, habrá conseguido su objetivo.
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